domingo, 28 de junio de 2009

jueves, 11 de junio de 2009

Promocionando el amamantamiento y desarrollo Orofacial.

Por:
Pamela Cerón
Constanza Maldonado
Myriam Quintana
María José Rivas
Valentina Wolf

Promoción del amamantamiento y Desarrollo Orofacial

Durante mucho tiempo el amamantamiento fue considerado tan solo como un proceso biológico necesario para satisfacer la necesidad básica de alimentación del bebé y no como un proceso beneficioso tanto para el lactante como a la madre. La lactancia materna ya no supone una cuestión meramente biológica ya que involucra componentes culturales, sociales y económicos, por tal razón la forma de criar a los recién nacidos se ha convertido en una elección libre para la madre que desee vivir en su cuerpo una experiencia única y dar a su hijo lo mejor.


Integrantes

Integrantes de Trabajo de Lingüística CosVaMi:

Constanza Castro
Constanza Maldonado
Myriam Quintana
María José Rivas
Valentina Wolf

Trastorno Específico del Lenguaje

Trastorno específico del Lenguaje

(TEL)


El término TEL se define como la anormal adquisición del lenguaje hablado o escrito y puede implicar más de un componente lingüístico.
Los individuos con trastornos del lenguaje tienen frecuentemente problemas de procesamiento del él o de abstracción de la información significativa.
Durante mucho tiempo ha habido un debate en torno a la definición de TEL: Si constituye una única categoría clínica, una población homogénea, o sí por el contrario, bajo el rótulo global de TEL se incluyen una serie de trastornos del lenguaje diferentes que afectan a distintos dominios lingüísticos y no lingüísticos, con perfiles de capacidades y deficiencia específicas y una línea de respuestas variables.
Ateniéndose exclusivamente a los diversos tipos de Trastornos del Lenguaje, en la población podemos separar tres dominios lingüísticos que incluyen retraso del habla, del lenguaje o ambos. Debido a la población heterogénea separada de esta forma se han diferenciado tipologías de TEL en subgrupos dando lugar a diferenciaciones con base clínica, empírica o un criterio mixto que abarca ambas tipologías.
El primer tipo en base a criterios clínicos consiste en el estudio de la desorganización del lenguaje y los trastornos extralingüísticos en niños enfatizando los fundamentos teóricos neuropsicológicos y lingüísticos, aunque prescinden de cualquier tipo de validación empírica.
La tipología con base empírica, por su parte, llevó a cabo una diferenciación de subgrupos de niños con trastornos de lenguaje, basándose estrictamente en medidas lingüísticas estandarizadas. En esta diferenciación se agrupó, niños con problemas de fluidez o formulación del lenguaje, problemas semántico-referenciales, trastornos fonológico-gramaticales y un último subgrupo con deficiencia en la construcción de la estructura lingüística.


En ambas tipologías, clínica y empírica, cada una por si sola no es suficientemente sensible como para identificar de manera efectiva los casos de TEL. Por tanto se pretendió realizar una validación clínica de los subgrupos establecidos con base empírica y una medida de la estabilidad de los niños en cada subgrupo a una determinada edad a la que no se puede hablar de un simple retardo del lenguaje.

Un niño presentaría un TEL si el trastorno no se puede atribuir a ninguna causa obvia, es decir, si solo afecta a alguna o algunas de sus habilidades lingüísticas, si sus ejecuciones en tareas relativas al lenguaje son significativamente peores que las que se refieren a otras habilidades (principalmente cognitivas) y si los problemas lingüísticos perduran en el tiempo, aunque cambien de alguna forma sus manifestaciones. (Mendoza, E.; 2001).

Dentro de los criterios para seleccionar las personas con TEL en la población se debe primero, asegurar fiabilidad en la identificación por inclusión que consiste en integrar niños con TEL que manifiesten un nivel cognitivo mínimo, sin problemas de audición ni lesiones que puedan explicar el trastorno y sin diagnóstico previo de espectro autista.
El principio de identificación por exclusión señala que no formarían parte de la población con TEL aquellos niños que presentan retraso mental, deficiencia auditiva y disturbios emocionales, en general, ningún niño puede ser diagnosticado con TEL si su problema de lenguaje es consecuencia de factores socioculturales, ambientales o emocionales.
Este criterio tiene bastante validez, pero no asegura del todo una muestra homogénea, dentro de la heterogeneidad en la población. Por lo antes señalado se puede concluir que los niños con TEL no presentan alguna patología en específico sino que los niños afectados serían normales en su desempeño en todos los otros dominios, excepto para el lingüístico.




Bibliografía

Mendoza, E. (2001). Trastorno Específico del Lenguaje. Madrid: Ediciones Pirámide.


miércoles, 10 de junio de 2009

Comunicación en los recién nacidos.

La comunicación en los recién nacidos

“Una conducta es verdaderamente comunicativa cuando es intencionadamente comunicativa” (Giménez, M & Mariscal, S. (2008), p.134) es aquí donde el autor plantea la base de la cuestión que muchos investigadores se han hecho acerca de si los niños recién nacidos comunican y si no lo hacen, desde que edad empiezan a comunicar. Cuando se habla de una comunicación intencionada debemos considerar tres aspectos importantes; el primero es la acción intencionada de transmitir (con un propósito) que debe existir en el que desea comunicar, segundo debemos considerar que la conducta comunicativa debe ser intencional (acerca de algo), y el tercero es su carácter semiótico, es decir, que la conducta comunicativa lo es por que es un símbolo o un signo para la otra persona.

Siguiendo esta idea, podemos decir que la intención comunicativa aparece en los niños entre los 8 y 10 meses. Esto coincide con el momento en que los niños coordinan esquemas de acción hacia los objetos y esquemas de acción hacia las personas, es decir, que utiliza esquemas para conseguir un fin, estos son los considerados proto-imperativos, y proto-declarativos.

Pero ¿Qué ocurre con el bebe antes de los 8 meses? de los bebes recién nacidos se considera que vienen con programas de sintonización y armonización hacia sus congéneres. Por ejemplo los bebes suelen tener una orientación hacia la voz humana, sobre todo, una identificación de la voz de la madre sobre otras voces, también la preferencia de los rostros humanos frente a otros estímulos visuales. Todas estas respuestas del bebe son consideradas como una muestra de la intersubjetividad primaria que posee el bebe, es decir, la identificación de este con los de su propia especie. Y es, como señalan Gimenez & Mariscal (2008), esta capacidad la que hace que los neonatos busquen contacto social para compartir afecto y atención. Pero esta identificación es mas una respuesta natural que una acción intencionada por parte del bebe. Entonces ¿Cómo los bebes adquieren la intencionalidad? Es aquí donde la interacción social y la acción de los adultos entra en juego. Desde que los bebes nacen tienden a tomar toda la atención de sus padres, estos tienden a ver en sus hijos conductas que estos aun no han adquirido, constantemente interpretan, y con una interpretación especial para cada acción, cualquier mirada, sonido, sonrisa o gesto que el bebe realiza, un valor intencionado a conductas que son estrictamente expresivas-emotivas, pero es esta sobre interpretación la que permite el desarrollo de la intencionalidad en el bebe. Esto puede observarse, incluso, en las que se denominan, proto-conversaciones del bebe, en las que este aprende los ciclos de la conversación, por las mismas intervenciones que tienen los adultos en ellas. En el siguiente apartado podemos ver un ejemplo de la interacción, entre una madre y su hijo, y ver la interpretación que ella realiza de la supuesta interacción comunicativa que el niño esta teniendo con ella.

La madre mira atentamente al niño con la cara inmóvil y espera. La cabeza del niño de vuelve hacia un lado y su mirada se aparta. Después de un rato se vuelve hacia la madre e inmediatamente entra en juego el repertorio de conductas de ella especificas para con el niño: (…) aproxima su cara a la de él, le toca y vocaliza de ese modo que le esta especialmente destinado. El niño observa al principio en silencio; después también él entra en acción, sonriendo y murmurando. (…) Finalmente mira a otro lado, como si por el momento hubiese roto el contacto. También la madre se calma entonces: sigue vigilando, sin embargo, preparada para el siguiente episodio.

(Giménez, M & Mariscal, S. (2008). Pág. 141)

Hasta este punto el bebe capta la atención del adulto hacia el, pero es a partir de los 8-11 meses que realiza acciones que manifiestan claramente su deseo de compartir a atención con el adulto en relación con objetos o situaciones, y es a final del primer año, en que el niño va a ser capaz de coordinar los esquemas de acción con objetos y los esquemas de interacción con personas antes mencionados, los proto-imperativos y los proto-declarativos. Son estos los que se conocen como parte de la llamada intersubjetividad secundaria, y es la que dará comienzo al desarrollo del lenguaje, como una nueva forma de exteriorizar, hacia el otro, su deseo de comunicar.



Bibliografía


Giménez, M & Mariscal, S. (2008). Los inicios de la comunicación y el lenguaje. Psicología del desarrollo: Desde el nacimiento a la primera infancia. España: Editores McGraw-Hill.

martes, 2 de junio de 2009

Pautas comunicativas en niños autistas.

El niño autista y su comunicación


Para introducir el tema de comunicación en niños autistas, es necesario aclarar, en primera instancia, el concepto de autismo, como un tipo de aislamiento social que involucra el desapego afectivo y trastornos cognitivos, afectando considerablemente la competencia lingüística. El autismo se traduce en:

La caótica relación de estos niños con su medio, que puede deberse al hecho de que su restructuración mental o esquemas mentales no son isomórficos con la realidad externa, por lo tanto el niño no se acomoda o ajusta de manera realista al mundo y en consecuencia, para preservar la estabilidad de su mundo interno, tiene la necesidad de quedar ligado a una etapa primitiva del desarrollo (Lien de Rozental, M.1991, pág. 49).

Para que exista comunicación, considerando los parámetros comunes, debe haber más que sólo mensajes e interlocutores, también debe existir una conectividad entre éstos. En el caso de los niños autistas, el lenguaje es un reflejo de las limitaciones de relación y comprensión interpersonal, lo cual se traduce en una incapacidad que va más allá del lenguaje hablado, abarcando los gestos y el lenguaje interno, haciendo muy difícil su inserción en la sociedad.


Las conductas típicas en los autistas, en los casos más graves, están asociadas a una falta comunicativa importante, que puede llegar al mutismo, el uso de ecolalias, es decir, la repetición ilógica de palabras, la confusión en el uso de pronombres personales, emisiones idiosincrásicas y un habla literal que implica una captación limitada de los significados connotativos, que según Gonzalvo, G. (1978) acompañan a los denotativos de muchas palabras; las connotaciones son emocionales y expresan generalmente alguna clase de valoración o preferencia, variando de una persona a otra.

Para el niño autista el medio social es impredecible e incomprensible, siendo muy habitual que traten de igual manera a objetos y a personas. Parece también admitido que los déficit sociales de los autistas no pueden ser atribuidos exclusivamente al retraso mental (Rivière, A. 2003, pág 150).

Es por esto que la comprensión de los niños autistas es muy difícil para la sociedad, por la falta de espontaneidad en el uso de la información lingüística y su dificultad para emplear estrategias de comprensión de base semántica, ya que son incapaces de proyectar en el lenguaje el conocimiento cotidiano de relaciones entre personas y objetos.

Por otro lado cabe destacar que los autistas tienen una buena memoria inmediata y dominios semánticos al mismo nivel de niños no autistas, sin embargo los primeros no se basan en la estructuración del lenguaje como ayuda para el recuerdo, ni pueden unificar elementos relacionados conceptualmente, además no son capaces de apreciar las relaciones entre hablante y oyente, ni de adaptarse a las reglas de conducta que rigen el diálogo, por lo tanto no son capaces de mantener una conversación coherente.

Desde que se estableció el autismo como un síndrome en 1943, se ha intentado encontrar una explicación a lo que originaría este cuadro, llegando a desarrollarse dos teorías, aún en discrepancia: la deficiencia del lenguaje en estos niños derivaría al autismo, o bien, éste síndrome sería el causante de los problemas comunicativos. Sea cual sea la teoría correcta, que debería transformarse en ley, los problemas cognitivos asociados al uso y comprensión del lenguaje constituyen una parte importante de la base de las conductas que caracterizan al autismo, por lo cual su observación es de suma importancia a la hora de diagnosticar a un niño con este síndrome.

Bibliografía


Hobson, R. Versión española de Ángel Rivière. (1995). El autismo y el desarrollo de la mente. Madrid: Alianza.


Bibliografía anexa


Gonzalvo, G. (1978). Diccionario de metodología estadística. Madrid: Ediciones Morata.

Rivière, A. (2003). Obras escogidas. Autismo y teoría de la mente. Madrid: Panamericana.

Lien de Rozental, M. (1991). Autismo. Enfoque fonoaudiológico. Buenos Aires: Editorial Panamericana.